Para hacer reposado, los destiladores toman tequila blanco fresco del alambique y lo almacenan en barricas de roble americano o francés. Legalmente, el reposado se encuentra entre el blanco y el añejo en el espectro de envejecimiento y debe reposar en barrica entre dos meses y un año, lo que le da el tiempo suficiente para desarrollar un perfil de sabor único sin perder notas más jóvenes del jugo de Agave original. Durante su tiempo en el barril, el tequila se oscurece a un tono dorado sutil mientras extrae los taninos de la madera para crear los sabores cálidos del caramelo y la miel. Los sabores cítricos y especiados naturales del tequila no disminuyen, pero tienden a redondearse a medida que el tequila envejece, lo que crea notas complejas de chocolate seco, chiles, vainilla y canela. Algunos productores optan por barricas previamente utilizadas que solían albergar bourbon, coñac o vino, aportando aún más sabores a la evolución del tequila. Algunos reposados son lo suficientemente fuertes como para ser empleados en cócteles, mientras que los más sutiles se beben solos o con hielo. Si desea aprender más sobre el tequila reposado le recomendamos la lectura de nuestro artículo sobre los mejores tequilas reposados.